El testamento de Pedro de Valimaña. Estudio y transcripción

POR ALFREDO J. MARTÍNEZ TIRAO

CASTELNOU.LOG / ORÍGENES DE CASTELNOU/ Ficha nº13


La organización territorial de nuestra comarca no es si no el resultado de su evolución a través de la historia. Una de las épocas que más influyeron en este proceso fue la Edad Media. Fruto de estos acontecimientos encontramos documentos que reflejan las pasiones humanas con las que se forjaría nuestro presente. En este caso paso a describir el testamento de un personaje importante para el Bajo Martín ya que poseía, como señor feudal, una parte nada despreciable de tierras dentro de ella. Se trata de Pedro de Valimaña, que vivió la primera mitad del siglo XIII . Desconocemos la mayor parte de la vida de este caballero medieval, así pues este artículo tratará en la medida de lo posible de aportar luz desde el rigor histórico.

Extracto del testamento
El documento en cuestión es un pergamino datado en la era de 1276, es decir en el año 1238. Está depositado en el Archivo Histórico Provincial de Huesca dentro del apartado de documentos procedentes del Monasterio de Sigena, también en Huesca. Se puede consultar en internet accediendo a DARA, el Portal General de documentos y archivos de la DGA. Está escrito en latín medieval con términos de la época y aporta valiosa información sobre el contexto histórico en el que se enmarca. La tipología de letra en la que está manuscrito se sitúa entre la escritura Carolingia, más propia del siglo XII y la Semicursiva que se desarrolló durante el reinado de Jaime I. A pesar de que hay algún pequeño borrón y alguna parte deteriorada, el pergamino se halla en muy buen estado. El personaje antes nombrado, es decir, Pedro de Valimaña, está preparándose para partir a la guerra de Valencia «illa hoste de Valencia» y para dejar todo atado ante un más que posible fallecimiento, hace testamento. En aquel momento Jaime I, Rey de Aragón se hallaba metido de lleno en la toma de la capital levantina, campaña planificada en Alcañiz años atrás y que comenzó contra pronóstico con la toma de Morella por Blasco de Alagón, otro de los personajes que se citan en el pergamino. De hecho las primeras apariciones documentales de Pedro de Valimaña se enmarcan dentro de las huestes de Don Blasco, como es citado este ricohombre aragonés, miembro de uno de los linajes más polémicos de la nobleza de la Corona. En el mes de noviembre de 1233, el titular del testamento era el alcaide de Morella una de las plazas fuertes de la reconquista en aquel momento, tanto por su defensa de la extremadura turolense como por ser base para el avance sobre las tierras llanas de Valencia. Tras intensos combates y divisiones internas encabezadas por Blasco de Alagón, Jaime I consigue tomar Burriana y el Puig colocándose a tiro de las murallas de Valencia. El rey necesitaba a todos sus efectivos y hace un llamamiento general que va surtiendo a cuentagotas el efecto deseado. Incluso el Papa Gregorio IX emite una bula de cruzada, acudiendo a la llamada caballeros de diferentes lugares de la cristiandad. En junio de 1238 Pedro de Valimaña parte hacia Valencia.
Pero no solo desde el contexto histórico debemos extraer información. Por el momento paso a localizar la posesión más preciada, o al menos el lugar de residencia de este mesnadero aragonés, el castillo y villa de Valimaña. Ésta que además de aportar el «topolinaje» a la familia es la herencia que le reserva a su primogénito, también llamado Pedro como es costumbre entre la nobleza. Los restos del castillo de Valimaña, todavía se levantan, muy transformados pero fácilmente reconocibles próximos a la orilla del río Martín, aguas abajo de Castelnou. Todavía podemos contemplar sus sillares, aspilleras, marcas de cantero, su pozo etc etc. A falta de una investigación más pormenorizada y de unas excavaciones arqueológicas remito al respecto a un artículo en el que participo en Ambista, revista de patrimonio aragonés en la red y de acceso gratuito.
También podemos rastrear las posesiones familiares, muchas situadas en la provincia de Huesca, zona de la que quizás procediese el personaje en cuestión. A medida que va avanzando la Reconquista, Pedro de Valimaña va adquiriendo un buen número de tierras gracias a su aportación militar. Así pues su patrimonio abarcará desde Huesca (posesiones en Poleñino, Esquedas y Novales), Zaragoza (Heredades en Escatrón y castillo y villa de Matamala a partir de 1256), Teruel (castillo y villa de Valimaña), Castellón (Terrenos próximos a Morella y la Sierra de Valimaña actual sierra de Engarcerán) y Valencia. De todas estas posesiones, la actual Venta del Fraile, o lo que es lo mismo, la villa y Castillo de Valimaña es la que aporta, como ya he comentado, el nombre a su linaje. Igual que hicieron otros nobles como los Alagón, los Urrea, los Hijar, los Luna etc. 
En el nobiliario de Aragón de Pedro Garcés de Cariñena, los Valimaña están clasificados como mesnaderos dentro de la nobleza aragonesa. Es decir serían menos poderosos que los ricoshombres (las familias más influyentes del reino) pero con mayor peso que los caballeros, pasando a depender, a diferencia de estos,
directamente del Rey. En este caso y a pesar de ser mesnadero, podemos afirmar que Pedro de Valimaña estaría bajo la protección de Blasco de Alagón y quizás subinfeudado, aunque ésto queda por demostrar. Para llegar a esta conclusión nos basamos en la presencia de Pedro en la campaña de Morella y la forma en que lo nombra valedor o albacea de su testamento con términos de respeto y quizás de sumisión.
Una vez acabada la campaña y reconquistada Valencia, Pedro de Valimaña aparece en el Llibre del Repartiment como propietario de lotes de tierra en la zona por haber participado en la lucha. Sabemos pues que regresó a su hogar junto a su mujer e hijos. El testamento además nos aporta otro tipo de información, en primer lugar sus vínculos con la Orden del Temple, a los que dona sus armas y su caballo si cae en el combate. En segundo lugar una relación que en el futuro se tornará fundamental para entender el devenir histórico del castillo, dona unas piezas de tierra al Monasterio de Rueda, «Et lexo altemple illo cavallo cum illas armas. Ad monachis de rota una pieça Ad illos fratres de Sancti Georgii C solidos». En el siglo XVIII , el padre Roberto Ezpeleta, cronista de Rueda,define esta relación desde una perspectiva de su época. Algunos autores apuntan a que fue enterrado en el Monasterio, pero de momento son solo conjeturas.
Respecto a la evolución de la propiedad del castillo, el documento aporta información para saber cómo llegó a manos de Rueda. En este sentido podemos asegurar que los intentos de su propietario por dejar atada en su descendencia esta plata acabándose así para siempre la relación entre la propiedad y esta familia.
Finalmente será el Monasterio de Rueda el que la posea por un período de 600 años, exactamente hasta la desamortización de Mendizabal en 1836 cuando pasó a manos privadas. Volviendo al documento vemos cómo son sus tres hijos (Pedro, Pedro López y María Pérez), su mujer Jordana y su madre Taresa los principales beneficiados. Para esta última su preocupación va orientada en que no le falte nada de comer y vestir el resto de los días de su vida, «Dopna Tares mea mater donent vitum et vestitum omnibus diebus vite sue». La preocupación por que se cumpla su testamento en caso de muerte lo lleva a recalcar que es Don Blasco de Alagón el valedor, introduciendo una amenaza en caso de que no sea así «Et priegolo que el fagat complir aquest destin como escripto es et sinolo faciat al alma le iagat». También se preocupa, por supuesto, por la salvación de su alma encargando se paguen 1.500 misas y 300 comidas a pobres. Otro de los encargados de hacer valer el testamento es Sancho de Boltaña, que a buen seguro es un hombre de confianza del testador.
Acabada la descripción del documento en cuestión, no queda sino destacar el valor del actual castillo de Valimaña como edificio histórico, protegido como tal por el Decreto de 22 de abril de 1949 para la protección de los castillos españoles. El reciente destejado de la propiedad y sus últimos derrumbes nos urge en la necesidad de rescatar del paso del tiempo los últimos vestigios de lo que fue, es y esperemos siga siendo una joya patrimonial de nuestra comarca y el valor más preciado de Pedro de Valimaña, mesnadero aragonés de los ejércitos de Jaime I el Conquistador.
>> Lee esta transcripción (también puedes ver una copia del pergamino original)

Censos electorales de Jatiel y Castelnou (Teruel) 1890-1906

POR AMPARO PARÍS MARQUÉS

CASTELNOU.LOG/ ORÍGENES DE CASTELNOU/ Ficha nº 14

Jatiel y Castelnou son dos poblaciones vecinas situadas en el extremo norte de la provincia de Teruel, en el límite con la de Zaragoza y sobre la orilla izquierda y derecha del río Martín, respectivamente. El conjunto de los dos términos municipales linda con los de Sástago, Escatrón, Samper de Calanda y La Puebla de Híjar. Por la Ley 8/1996 de 2 de diciembre de Delimitación Comarcal de Aragón del Gobierno de Aragón (BOA 145, de 11 de diciembre) y legislación posterior (entre otros, Decreto 2/2006 de 27 de diciembre, aparecido en el BOA 149, de 30 de diciembre), Jatiel y Castelnou han quedado integrados en la Comarca de Bajo Martín.
Por una cuestión de proximidad geográfica, las vidas de los habitantes de Jatiel, Castelnou y la inmediata Samper de Calanda se entrelazan y discurren paralelas a lo largo del tiempo, aunque las historias locales se han desenvuelto de forma independiente. Estos dos hechos siguen dando lugar a equívocos cuando se reconstruye la historia de las dos localidades que nos ocupan (*1).

La relación directa entre las personas que vivieron en Samper, en Jatiel y en Castelnou se aprecia fácilmente haciendo un seguimiento de los apellidos que aparecen en la documentación concerniente a cada uno de los lugares. De este modo puede constatarse la existencia de apellidos (es decir, familias) que están asentados en uno de ellos, y que aparecen de forma ocasional o plenamente arraigados al cabo del tiempo en los otros dos lugares, a donde llegan generalmente por matrimonio. Así, el apellido Esteruelas de Castelnou, puede encontrarse en ocasiones en Samper y en Jatiel; Galicia, que creemos se estableció originalmente
en Jatiel, aparece en los otros dos lugares, y Albaiceta, oriundo de Samper, está documentado también en Jatiel y en Castelnou (*2).

Históricamente Jatiel y Castelnou estuvieron directamente vinculados por el señorío de Rodrigo González de Jatiel, propietario de ambos lugares en 1315. A lo largo de todo el siglo XIV pasaron, juntos y por separado, por las manos de diversos señores, hasta que aparecen como entidades diversas e independientes. El lugar de Jatiel fue comprado por Juan Fernández de Heredia, Castellán de Amposta, junto a catorce casas de moros sitas en la parroquia de Samper, para dotar el convento que había fundado en Caspe; a finales de dicho siglo, en 1394, tomaba posesión del lugar el prior mayor del convento de Caspe, Juan Jordán. 
Hasta mediados del XV Jatiel estuvo integrado en la encomienda de Caspe de la Orden de San Juan de Jerusalén, y fue a partir de entonces, por permuta de bienes efectuada dentro de la Orden, que pasó a quedar asociado a la encomienda de Samper, dependiente del comendador, que residía en dicha villa, manteniéndose el señorío hasta las desamortizaciones del siglo XIX  (*3).

Castelnou a su vez pertenecía a Fortuño de Heredia en 1453, y en 1453 fue comprado por Pedro Vaca. Entre 1456 y 1527 estuvo bajo el señorío de la familia Claver, que lo vendió a Juan Garcés de Marcilla en agosto de 1527. El mismo día en que efectuó la compra, Juan Garcés de Marcilla hizo donación de Castelnou a Luis de Híjar (*4).
Los dos lugares han mantenido hasta el presente un término municipal no muy amplio, con un casco urbano de reducidas dimensiones, y habitado por un número equilibrado de población, que se ha dedicado tradicionalmente a la agricultura y la ganadería como fuentes principales de subsistencia. Jatiel tenía 17 fuegos en 1495 (unos 85 habitantes), y 22 vecinos en 1646; en 1768 tenía 167 habitantes, y 179 en 1787. Castelnou a su vez tenía 14 fuegos (unos 70 habitantes) en 1495, 26 en 1646, 37 vecinos en 1713, y 367 habitantes en 1787 (*5).
A principios del XIX Jatiel es descrita como situado a seis leguas de Alcañiz, con 313 habitantes, y dos calles, Alta y Baja, comunicadas mediante dos cruceros; la producción agrícola era de trigo, maíz, vino, aceite y seda. Castelnou, a la misma distancia de Alcañiz, tenía 446 habitantes, con cuatrocientas cahizadas de regadío junto al Martín, y con cultivos de moreras para la producción de seda, cebada, maíz, vino y aceite (*6).

A mediados del XIX Madoz recoge en el lugar de Jatiel cuarenta y dos casas repartidas en dos calles y una plaza cuadrada, con una escuela dotada de 1.480 reales a la que asistían doce niños, una casa de ayuntamiento, cárcel, una iglesia, cuyo prior era nombrado por la Orden de San Juan, y con 54 vecinos, que son 215 almas. La economía se basaba en cultivos de secano y huerta, produciendo trigo, cebada, panizo, seda, aceite, cáñamo y vino, ganadería dedicada a la agricultura y algo de caza; la industria era la agrícola y la venta de la seda que se manufacturaba, y había un molino harinero.
Castelnou tenía por las mismas fechas unas cien casas, distribuidas en una plaza de ochenta varas de latitud y cincuenta de longitud, y varias calles estrechas mal empedradas. Tenía casa consistorial, cárcel y escuela de primera enseñanza para 26 niños, y el maestro debía desempeñar también la secretaría del ayuntamiento. La iglesia era servida por un cura de la clase de rectorías. Había cultivos de huerta y secano también, produciéndose trigo, cebada, panizo, patatas, hortalizas, frutas, vino, aceite y seda, con cría de ganado lanar y caballerías para las labores agrícolas, así como algo de caza y pesca en el Martín. Había además dos molinos harineros y uno aceitero. Tenía una población de 102 vecinos, que son 408 almas (*7).

En Jatiel había en 1879, 11 electores (diez propietarios y un eclesiástico), y en 1887 226 habitantes, y Castelnou en las mismas fechas 36 electores (treinta y cuatro propietarios, un maestro y un elector más sin especificación de su oficio), y un total de 579 habitantes (*8).
Básicamente los datos de población total se han mantenido con ligeras oscilaciones hasta mediados del XX. En 1900 Jatiel tenía 255 habitantes, y según el censo de 1910 252 habitantes en total, 257 en el de 1920 y 209 en 1950. Castelnou a su vez tenía 680 habitantes en 1900, y 319 edificios y 579 habitantes en 1910, y 505 habitantes en 1920 (*9).
El presente trabajo va a consistir en la transcripción y/o estudio de cinco censos electorales correspondientes a Jatiel (1897-1906), y seis correspondientes a Castelnou (1890-1906), los once documentos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Teruel; los de Castelnou son cuadernillos impresos de dos hojas (3 pp.), y los de Jatiel una hoja (1 ó 2 pp.). Con la salvedad del de 1890, los censos siguientes van de dos en dos años desde 1897 a 1906 para los dos lugares. Debido a su proximidad cronológica los electores y los datos se repiten de un año para otro, por lo que haremos solamente la transcripción de los censos de 1890, 1897 y 1906 de Castelnou, y en el caso de Jatiel de los años 1897, 1902 y 1906, lo cual da cierto margen para la variación generacional.
Estos censos son un listado de los habitantes con derecho a voto, es decir, no reflejan la población total del municipio, que incluiría mujeres y niños, sino exclusivamente los varones mayores de edad con derecho a voto, por lo cual dan una visión muy restringida del número total de habitantes en ambos lugares en el momento. Cada listado recoge además otros datos, como son el número de inscripción general (salvo en el de 1890) y de la sección, apellidos y nombre, edad, domicilio, profesión, si puede o no ser elegido para cargos concejiles, y si sabe o no leer y escribir.
El orden teórico es el alfabético por apellidos pero, como se verá, no se sigue rigurosamente. Las familias están tan mezcladas entre ellas que en ocasiones se repite la misma combinación de apellidos en personas que no parecen ser hermanos; en este caso, en Castelnou, el listado las diferencia con «1.º» y «2.º» a continuación del nombre de pila. Hay que señalar además que aparecen algunas erratas tipográficas en apellidos, nombres de calles y profesiones, que corregiremos en nota, aunque respetaremos la grafía de la época.
En general en ambos lugares la mayoría de los votantes no sabe leer ni escribir, aunque este hecho parece corregirse ligeramente según avanzan los años.También pueden observarse algunas variaciones en las calles, que creemos se debe más a nuevas denominaciones de algunos tramos de las mismas que al crecimiento efectivo del casco urbano. Sí existe cierta diferencia de uno a otro lugar respecto a los oficios: en Jatiel se mantiene un maestro desde 1897 a 1906, pero no lo hay en Castelnou, y a la inversa, en este último hay pastores, que no constan en Jatiel.
Tampoco hay aquí herreros, camineros, alpargateros o cortadores como en Castelnou, sin embargo tiene un estanquero y varios propietarios. Como se ha hecho tradicionalmente, las dos poblaciones debían solucionar sus problemas de abastecimiento mediante el cultivo de huertos, fuese cual fuese el oficio del cabeza de
familia, para aprovisionar la casa. Otras necesidades básicas (sanidad, escuelas, tiendas…) se cubrirían recurriendo a los profesionales de los lugares vecinos, Samper, La Puebla y Escatrón, o apelando a los residentes en el lugar contiguo.
De Castelnou, en 1890 hay 152 electores. Las calles que aparecen son Plaza, Iglesia, Horno, Mayor, Arrabal, Álamos, Cárcel y seis personas/familias que viven extramuros. La práctica totalidad son labradores y jornaleros, y además hay dos guardas, Ramón Quílez Agulló, de 36 años, y Tomás Cavero Meseguer (*10), de 37; dos camineros, Joaquín Salas Pérez, de 33 años, y Juan Clavero Casanova, de 42 (*11); un presbítero, Miguel Gil Peralta, de 53 años; dos molineros, Nicolás Pérez Martínez, de 28 años, y Alejandro Maurel Lizano, de 34; un herrero, Joaquín Pina Burillo, de 59 años; un cirujano, Julián Vidal Ponz, de 70 años, y tres pastores, Valero Ornaque Secanella, de 47 años, Antonio Ornaque López, de 39, y Tadeo
Agulled Esteruelas, de 30 años. En 1897 hay 156 electores. Las calles son Plaza, Iglesia, Mayor, Horno/Calle del Horno, Arrabal, Álamos, Plaza Mayor, y un elector que vive extramuros. Con los oficios de labrador y jornalero constan además dos cortadores (*12), Andrés Carreras Celma y Agustín Carreras Gaudes; como pastores Tadeo Agulled Esteruelas, Antonio Ornaque López y Valero Ornaque Secanella; dos alpargateros, Felipe Esteruelas Rozas, y Ramón Gazulla Jobani; un presbítero, Joaquín Mainar Clemente, un molinero, Alejandro Maurel Lizano, y un herrero, Joaquín Pina Burillo.

En 1899 crece el número de electores hasta 167, once más que dos años antes. Las calles son Plaza, Iglesia, Horno/Calle del Horno, Mayor, Arrabal, Álamos, Plaza Mayor, Cárcel, Barrio Verde, Puente, Barrio Alto, y dos personas viviendo extramuros. Además de labradores y jornaleros hay tres pastores, Tadeo Agulled Esteruelas, de 39 años, Antonio Ornaque López, de 48, y Valero Ornaque Secanella,
de 59; dos cortadores, Andrés Carreras Celma, de 58 años, y Agustín Carreras Gaudés, de 34; un alguacil, Pascual Esteruelas Esteruelas, de 34 años; dos alpargateros, Felipe Esteruelas Rozas, de 41 años, y Ramón Gazulla Jobani, de 40; dos molineros, Rudesindo Gil Tirado, de 41 años, y Alejandro Maurel Tirado, de 43; dos herreros, Joaquín Navarro Pérez, de 52 años, y Joaquín Pina Burillo, de 68, y un caminero, Francisco Salas Barrachina, de 56 años.
Las pautas se repiten en 1902 respecto a las calles, con la salvedad de que no consta la de Barrio Alto, y que son tres las personas viviendo extramuros; el número de electores baja ligeramente, son 164. Este año aparece aposentado en Castelnou un nuevo elector, Antonio Burillo Sorribas, de 44 años, con domicilio
situado extramuros y de oficio «g. particular» (*13). Aparte de este, hay cinco pastores, Tadeo Agulled Esteruelas, de 42 años, Isidro Claver Arcal, de 39, Celestino Claver Postigo, de 81, Antonio Ornaque López, de 51, y Valero Ornaque Secanella, de 62 años; un cura, Manuel Belenguer Ballestero, de 39 años; un alguacil, Pascual Esteruelas Esteruelas, que se mantiene en el cargo desde dos años antes y tiene 37; un alpargatero, Felipe Esteruelas Rozas, de 44 años; dos molineros, Rudesindo Gil Tirado, de 44 años, y Alejandro Maurel Lizano, de 46; dos herreros, Joaquín Navarro Pérez, de 55 años, y Joaquín Pina Burillo, de 71, y otra vez Francisco Salas Barrachina, de 59 años, con el oficio de caminero. Todos los demás son labradores y jornaleros.
En 1904 el número de electores baja hasta 160 y aparece un nuevo nombre de calle, Arrabal Eras, y cuatro personas viviendo extramuros. Por primera vez aparece un secretario, Ángel Beneyto Temprado, de 51 años, y un practicante, Joaquín Blasco Minguillón, de 33 años, Además de éstos, jornaleros y labradores,
constan cuatro pastores, Tadeo Agulled Esteruelas, de 44 años, Isidro Claver Arcal, de 41, Antonio Ornaque López, de 53, y Valero Ornaque Secanella, de 64 años; como en el listado anterior Antonio Burillo Sorribas, de 46 años, de oficio g. particular; otra vez Pascual Esteruelas Esteruelas, de 39 años, como alguacil y y Felipe Esteruelas Rozas, con 46 años, como alpargatero; los molineros son tres, Valentín Galicia Secanella, de 25 años, y Rafael Lerín Salanova, de 66, que además figuran por primera vez como electores, y Rudesindo Gil Tirado, de 46 años; el nuevo sacerdote se llama Ramón Martínez Sábado, y tiene 33 años; además Joaquín Navarro Pérez, de 57 años, se mantiene como único herrero, y Francisco Salas Barrachina, con 61 años, sigue como caminero...
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  1
El error más común es unir Castelnou a Samper y Jatiel como propiedad común de la Orden de San Juan de Jerusalén en la Edad Media, o adscribirlos a la Orden de Calatrava, con quien estos tres lugares no han tenido relación, fuera de las derivadas de la vecindad; véase Sarasa Sánchez, en p. 84 Alfonso I concede a la Orden de San Juan los lugares de Jatiel, Castelnou y Samper, y en p. 91 Jatiel y Castelnou adscritos a Calatrava, con sede en Alcañiz. En Serrano Martín, «La Comarca del…», p. 103, la Orden tuvo tierras en Castelnou o ésta perteneció algún tiempo a San Juan; no hay un solo documento que mencione a Castelnou bajo el señorío de la Orden de San Juan, y tampoco consta en sus libros cabreo bienes sitios en esta población. La villa de Samper fue donada por Alfonso II (no Alfonso I) en su testamento a la Orden de San Juan de Jerusalén, véase Sánchez Casabón, doc. 628. 147

 2 
Puede apreciarse esta circunstancia en los documentos examinados en este trabajo. Naturalmente
para precisar los hechos sería necesario un estudio detallado del tema, que no es el objeto
que pretendemos.
 3 
Véase París Marqués, «Breve historia…». Serrano Martín, «La Comarca…», en p. 103 anota
que la Orden de San Juan organizó en Samper y Jatiel sendas encomiendas.
 4 
Véase París Marqués, «La población…» las escrituras de las distintas transacciones. En Casaús
Ballester, p. 94, y en Sarasa Sánchez, p. 91, Castelnou pasó a manos de los Híjar mediante compra.

 5 
Serrano Martín, «La Comarca…», p. 104. Fuegos y vecinos equivalen a familias, no a número
total de habitantes.
 
Diccionario geográfico universal, véase bibliografía.
 7
Pascual Madoz, en pp. 90-91 Castelnou, y en p. 119 Jatiel. Obsérvese que no consta un maestro
o secretario en los primeros censos de Castelnou. Sólo a partir de 1904 se recoge censado
un secretario, aunque anteriormente pudo haber una persona que ejerciera el cargo o cargos y
tener su residencia en otro lugar.
 
Sabio Alcutén, en p. 151. Nótese la significativa diferencia de estas cifras con los censos que
transcribimos, que se elaboran en un lapso de once y dieciocho años posteriores a las fechas que
cita este autor.
 9 
Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, Gran Enciclopedia Aragonesa Online, e Instituto
Aragonés de Estadística, «Las estadísticas…»; los datos difieren de una a otra fuente, por
lo que seguimos a este último en lo referente a número de habitantes.

 10 
Seguramente errata, por Clavero, aunque el apellido existe con esta forma; esta persona no
aparece en el listado siguiente, por lo que no puede constatarse.
 11 
María Moliner, Sainz de Robles y la RAE remiten para este oficio al de peón caminero, persona
encargada del cuidado de los caminos públicos o de un trozo de carretera, ayudante de obras
públicas.
 12
Carnicero, el que vende carne, según la RAE.
 13
Sic en el original. Desconocemos el significado de la palabra abreviada.